El apego es la raíz del sufrimiento.

El apego se sustenta en la errónea creencia de que nuestra felicidad depende de aquello a lo que estamos apegados, ya sea una persona, una situación o una posesión. La paradoja es que es precisamente esta creencia la que roba nuestra felicidad pues, al focalizarnos plenamente en lo de fuera, desatendemos y envenenamos lo de dentro.


No sufrimos por perder o por no tener algo. Sufrimos por estar apegados a ese algo. Sufrimos cuando se cancela un plan porque estamos apegados a él. Sufrimos cuando llueve por nuestro apego a los días soleados. Sufrimos cuando nos critican por nuestro apego a la opinión ajena. Sufrimos porque hemos caído en la ilusión de que nuestra felicidad depende de esas cosas. Nos hemos convencido de que para sentirnos bien por dentro las cosas tienen que ser de una determinada manera por fuera. Lo cierto es que «solo sufrimos por lo que no somos capaces de aceptar», y si estamos apegados a algo, no podemos aceptarlo tal y como es, pues necesitaremos que sea como a nosotros nos gustaría. 

En honor a la verdad, no son las cosas las que «nos perturban». Somos nosotros quienes nos perturbamos por las cosas. Y nos perturbamos precisamente por relacionarnos con ellas desde el apego. Nos perturbamos por vivir encadenados a la ilusión inconsciente de que nuestra felicidad depende de aquello por lo que nos perturbamos, ya sea la opinión de nuestro jefe, la actitud de nuestra pareja o lo concurrido que esté el tráfico. Los seres humanos creemos que el mundo externo tiene mucho poder sobre nosotros, pero no es así. Somos nosotros quienes se lo damos a través de nuestro apego. Prueba de ello es que, conforme vamos trascendiéndolo y comenzamos a relacionarnos con el mundo desde la libertad y la «no-necesidad», dejamos de sufrir.

 

«Vivimos encadenados a aquello a lo que llamamos felicidad».

ANTHONY DE MELLO

 

Basta detenernos unos minutos a examinar la creencia «mi felicidad depende de conseguir esto o aquello», para darnos cuenta de que no es cierta. El mundo externo puede proporcionarnos placer, diversión y entretenimiento. Pero no puede proporcionarnos felicidad. Nuestra felicidad -así como nuestro sufrimiento- no depende del mundo, sino de la relación que nosotros mantenemos con él.

La felicidad podría ser descrita como la satisfacción que sentimos al vivir en conexión con nosotros mismos, con lo que verdaderamente somos, construyendo un proyecto de vida satisfactorio, alineado con nuestros valores, talentos y pasiones. Ser felices es sentirnos satisfechos con la manera en la que estamos viviendo y con la dirección que damos a nuestra existencia. Así, cuando comenzamos a cuestionar y a disolver las creencias que nos atan al apego, comenzamos a ver que aquello que creíamos necesitar -una pareja, un halago, un cuerpo más esbelto- no es realmente imprescindible para nuestra felicidad.

De este modo, cuando nos veamos tristes o cabreados por una situación o acontecimiento externo, podemos preguntarnos: honestamente, ¿en qué medida esto me impide ser feliz? Responder con total sinceridad nos ayudará a comprender que estábamos perturbándonos por una ilusión de nuestra mente, cargada de apego, dependencia y falsa necesidad.

 

«La paz viene de dentro. No la busques fuera.»

SHAKYAMUNI BUDA

 

Por mucho que lo intentemos, lo cierto es que jamás vamos a poder controlar lo de fuera. El mundo externo es inestable. Y cuanto más nos aferramos a él, más inestable se vuelve nuestro mundo interno. Por eso tenemos tantos «picos emocionales», es decir, momentos de «subidón» y de «bajón» que se alternan en una montaña rusa incontrolada. Cuando estás apegado a la opinión de los demás, al subidón del halago siempre le sucederá el bajón de la crítica. Cuando estás apegado a una persona, al subidón de la idealización siempre le sucederá el bajón de la desilusión. Cuanto más nos aferramos al mundo externo, menos control tenemos sobre nuestra felicidad.

Lo más normal es que, al obsesionarnos con el objeto de nuestro deseo, terminemos por idealizarlo. De ahí que, cuando no lo tenemos, solo pensemos en conseguirlo y, cuando ya lo hemos conseguido, nos aterre la posibilidad de perderlo. Bajo la tiranía del apego, todo es tensión, sufrimiento y frustración.

Cuando vivimos desde el apego, pensamos desde el apego. Y al pensar desde el apego, le decimos a nuestro organismo que hay algo externo a nosotros mismos de lo que depende nuestra felicidad. Por supuesto, nuestro organismo se lo cree, y nos manda emociones destinadas a conseguir o a no perder aquello a lo que estamos apegados: celos, avaricia, miedo, tensión, ansiedad, etc. Lo importante es ir al origen, a la causa de dichas emociones -es decir, al apego- y derribar esa frágil y peligrosa estructura emocional desde sus cimientos.

 

«Todo lo que buscas está en ti»

KAREM RAMSER

 

En el budismo se refieren al apego como «Tanha», que significa «sed». Los seres humanos creemos estar sedientos de cosas, de posesiones, de elogios, de status, de amor romántico… pero lo cierto es que en realidad estamos sedientos de nosotros mismos. El único bienestar que buscamos fuera es el que no encontramos dentro. No necesitamos las cosas que creemos necesitar. Necesitamos dejar de necesitarlas. Y para ello resulta imprescindible comprender que el mundo externo no tiene más poder sobre nosotros que el que nosotros le damos al apegarnos a él.

Así, una alternativa más saludable parece ser la de cultivar el desapego, lo cual no consiste en ser fríos o indiferentes, sino en no responsabilizar a las personas y circunstancias que nos rodean de nuestra felicidad. Lo que logramos con ello es dejar de perturbarnos cuando el mundo externo no se amolda a nuestras carencias, limitaciones y deseos. Curiosamente, esto es lo único que puede permitirnos disfrutar plenamente del mundo externo, pues nos relacionaremos con él desde la libertad y la preferencia, y no desde la tensión y la exigencia. Sin duda este es el viaje que hemos de recorrer si queremos cultivar un bienestar que no dependa del mundo, sino de nosotros mismos.

4 comentarios
  1. Soledad
    Soledad Dice:

    Vaya!! Me has dejado sin palabras, que ya es difícil. Encantada de descubrir este espacio. Y muchas gracias Mario. Me eres de gran ayuda e inspiración. Tomo nota…. Un abrazo fuerte. Y …ADIOS al apego!!! Lo conseguiremos 💪👏💖

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    • Mario García
      Mario García Dice:

      Muchas gracias Soledad! Me alegro mucho de que el artículo te haya sido de utilidad, de corazón. Yo también estoy encantado de que me hayas descubierto! Un abrazo inmenso y seguimos en contacto.

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  2. Silvia
    Silvia Dice:

    La información es muy clara y objetiva, definitivamente sin apegos te quitas mucho peso de encima y tu tranquilidad vuelve a ti, gracias Mario

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    • Mario García
      Mario García Dice:

      Totalmente Silvia. Comenzar a relacionarnos con la realidad sin apego nos lleva a fluir y a vivir nuestras relaciones con paz y serenidad. Un abrazo y gracias por comentar!

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