Trascender del sufrimiento

¿Por qué sufrimos? ¿Cuál es la finalidad del sufrimiento? ¿Cómo trascenderlo? Los seres humanos somos profundamente ignorantes en lo que al sufrimiento se refiere. Por lo general no sabemos qué es el sufrimiento ni cómo gestionarlo. De ahí que lo alimentemos y perpetuemos.


Como todo ser humano, tú también sufres. Cosechas malestar, insatisfacción y perturbación en tu interior. Basta con que te eches un vistazo honesto por dentro para encontrar estos desagradables resultados emocionales. Pero no te preocupes. No es solo cosa tuya. Todos los seres humanos sufren. Y paradójicamente, si sufren es porque no saben cómo gestionar su sufrimiento. No saben qué es ni qué función cumple. Y dado este bajo nivel de comprensión y consciencia, lo único que podemos esperar es cosechar más perturbación emocional.

¿Qué hace normalmente un ser humano cuando sufre? Se pelea con su sufrimiento. ¿Y qué obtiene con ello? Más sufrimiento. Así, si queremos generar mejores resultados a nivel emocional, más nos vale hacer las paces con nuestro sufrimiento, dejar de pelearnos con él y tratar de comprenderlo.

Trascender el sufrimiento requiere que nos relacionemos de manera diferente con él. En primera instancia, hemos de dejar de luchar contra él -al fin y al cabo es solo una sensación desagradable-. Al aceptarlo y acogerlo, inyectamos paz y serenidad en nuestro interior, por lo que nuestro nivel de sufrimiento desciende. Es paradójico: cuanto más aceptamos nuestro sufrimiento, más se reduce. Así que respira. Da la bienvenida a lo que sientes. No rechaces tus sensaciones. Deja que surjan. Abrázalas. Tu lucha interior se apacigua cuando dejas de avivarla.

En segundo lugar, hemos de cambiar la concepción que tenemos del sufrimiento. Si luchamos tanto contra él es porque lo vemos como un enemigo. Como algo que no debería suceder en nuestro interior. Solo cuando dejamos de concebirlo como un oponente podemos ver que cumple una función muy específica.

 

«La función biológica y psicológica del sufrimiento es hacernos tomar consciencia de que nuestra manera de autogestionarnos es ineficiente y disfuncional».

ECKHART TOLLE

 

Lo cierto es que nuestro sufrimiento no busca que nos hundamos y nos sintamos mal toda la vida. Al contrario. Lo que busca es que cambiemos la forma en la que nos estamos relacionando con nosotros mismos, con los demás o con nuestras circunstancias.

No es señal de que haya algo defectuoso en nosotros. Es señal de que podemos gestionar nuestro interior y nuestra vida de manera diferente. Esta es una de las enseñanzas más repetidas por todos los sabios a lo largo de la historia: el sufrimiento es una señal de que podemos realizar algún cambio. No es un enemigo. Es un maestro.

Veámoslo con algunos ejemplos:

Ejemplo 1.

Marta sufre mucho por su estatura. Considera que es demasiado baja, y cada día se martiriza por ello. Marta podría pensar que la causa de su sufrimiento es su estatura. Pero no es así. La causa de su sufrimiento es su mala relación consigo misma. Lo mal que se trata por el hecho de tener la altura que tiene. ¿Cuándo desaparecerá su sufrimiento? Cuando deje de rechazarse por no ser “lo suficientemente alta”. Cuanto mayor sea la aceptación de sí misma que cultive, menor será su sufrimiento. Por lo tanto, ese es el mensaje que el sufrimiento tenía para ella. Al comprenderlo y realizar el cambio necesario, el sufrimiento no tiene nada más que decirle y se va.

Ejemplo 2.

Fernando sufre por el hecho de no tener pareja. ¿Cuándo se desvanecerá su malestar? Cuando deje de considerar que no puede ser feliz por sí mismo. En cuanto se demuestre que puede tener una vida plena y con sentido sin una pareja, dejará de creer que la necesita. Quizás siga pensando que le encantaría vivir acompañado, pero no convertirá su situación actual en una constante condena. Ese es el cambio que su organismo le estaba demandando. ¿Cómo lo sabemos? Porque es el cambio que ha de hacer para dejar de fabricar sufrimiento.

Por tanto: 

Cuando hacemos los cambios que el sufrimiento nos demanda, ya no tiene nada más que decirnos y se va. Esa era su función, y cuando la ha cumplido, sencillamente se marcha, dejando un rastro de paz a sus espaldas. De ahí las palabras de Khalil Gibran,  “el sufrimiento es la cáscara que nos separa de la comprensión”.

Desde este paradigma, el sufrimiento es tan solo una alarma. Una señal que nos llama a tomar consciencia de los cambios que hemos de hacer para vivir una vida más plena y pacífica. Es la linterna que apunta a un lugar de nosotros mismos que está relacionándose de manera conflictiva e ineficiente con la realidad. Al mirar el sufrimiento desde esta perspectiva nos es mucho más sencillo conquistar la libertad emocional que tanto anhelamos.

 

“Tu sufrimiento apunta a un lugar de ti donde aún no has crecido. Donde tienes que madurar y transformarte”.

ANHONY DE MELLO

 

Así, podemos preguntarnos:

  • ¿Qué estoy haciendo para perturbarme?
  • ¿Desde dónde estoy relacionándome conmigo mismo, con los demás y con mis circunstancias? ¿Desde el odio, desde el juicio, desde el apego, desde el rechazo, desde la exigencia…? 
  • ¿Qué puedo cambiar para dejar de sufrir por aquello por lo que sufro?
  • ¿Cuál es la transformación a la que estoy siendo llamado?
Por supuesto, es muy probable que estos cambios tengan que verse también reflejados en el mundo externo: abandonar una relación tóxica, aprender a decir no… pero en última instancia estos cambios en lo exterior dependen de un cambio a nivel interior. Y el sufrimiento nos alienta precisamente a llevar a cabo ese cambio. Es un despertador, y cuanto antes lo escuchemos y atendamos, antes se apagará.

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